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La mujer: Un objeto de deseo, una verdadera fuente de ingresos.

No cabe duda que en la actualidad la mujer ocupa un porcentaje altísimo como imagen publicitaria, y no sólo ahora, esto viene de lejos. 

Muchos estudios han reconocido que la publicidad ha ignorado e ignora la realidad de la mujer, y a su vez manipula su entorno para ofrecerla como producto de consumo. La mujer denuncia y critica sobremanera el continuo machismo recogido en las campañas de publicidad.

Hay que subrayar que en muchas ocasiones las mujeres se enfrentan a una discriminación sin igual, pero son conscientes de lo que hacen en todo momento. Recuerdo que toda persona que sale en un anuncio lo hace previo pago o firma de contrato, y después de haberle explicado lo que va a significar para la marca y el mensaje que se quiere transmitir, aunque como en todo, hay excepciones.

La mujer tiene muchas más cosas que hacer que explotar su cuerpo, y todo lo que entre en ese derrotero es una manipulación de su dignidad, pero nadie las obliga…hay personas que viven de ello y no por eso deben ser encasilladas, aunque es válida cualquier crítica.

Quizás la culpa de todo esto la tenga la sociedad en que vivimos, una sociedad en la que prima el culto al cuerpo. Ahora el que no está moreno de rayos UVA parece que es raro, quien no tiene una figura perfecta no es una persona normal, quien tiene arrugas es porque no se cuida, etc… Está claro que la publicidad se ayuda de estudios sociales, de tendencias, de modas (a parte de crearlas) para basar su publicidad, y que mejor forma de dirigirse a esta sociedad que a través de mujeres preciosas y perfectas, con fascinantes cuerpos femeninos, útiles para atraer a cualquier hombre o mujer…

La mujer es empleada en publicidad, no solo como reclamo publicitario, que es algo obvio, sino también como receptora de ese culto al cuerpo… por regla general, las mujeres y la envidia van unidas, ahí surge la premisa de “yo me quiero parecer a la de la foto”, por ello la publicidad trata de crear continuamente necesidades…

Cuando antes nombraba a la discriminación, era por el interés de los anunciantes en vender a toda costa, dando igual la manera o el uso de la mujer como reclamo, ya que, cuanto más se venda mejor. Las empresas anteponen el dinero a los demás propósitos, al menos la mayoría.

¿Dónde está ese código ético que debe frenarnos los pies? En una profesión tan hermosa como es la Publicidad, ¿no deberíamos tener un código ético específico para poder anteponer otros propósitos a la discriminación?