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Los problemas en Marketing se solucionan con profesionalidad y buena información.



De vez en cuando me gusta repasar mis anotaciones sobre el libro “Creatividad en Marketing Directo” de Santiago Rodríguez. Me parece un libro exquisito para cualquier persona que quiera aprender de una manera didáctica y amena sobre Creatividad y Marketing. Llevo recomendándolo desde que lo tuve por primera vez en mis manos en 2009.

Hoy os quería traer un fragmento de uno de los ejemplos que suele poner Santiago a sus alumnos en seminarios de Creatividad, para explicar de una forma divertida que una acción de Marketing necesita de profesionalidad, de una “información profunda e implicativa sobre el asunto en cuestión”, y que es imprescindible conocerlo todo al respecto antes de buscar una solución. No es recomendable, ni serio, tirarse a la piscina sin saber lo que te vas a encontrar.

“Un grupo de cirujanos se disponen a realizar una intervención quirúrgica. Quirófano, batas blancas, guantes asépticos, mascarillas…

Imaginad que sois vosotros el paciente al que estos profesionales se disponen a operar. Os acaban de poner la anestesia, ya empezáis a sentir su suave somnolencia. Estáis a punto de perder la consciencia y… en ese momento advertís que una persona lleva un buzo de albañil, con un palillo en la boca, aparta a uno de los médicos y dice con autosuficiencia: ¡Dejadme a mí, que ya puedo hacerlo yo!”

La novatada o el desconocimiento sobre lo que uno puede encontrarse en cualquier situación podría significar el fracaso de cualquier acción de Marketing -en este caso, el fracaso de la operación-.

“¿Qué nos hace suponer que una operación de Marketing es menos crítica que la que tiene lugar en un quirófano? En la nuestra se ven afectados todos los órganos vitales del consumidor: su cerebro, donde se construyen sus imágenes y actitudes; sus ojos, que perciben las formas, los colores y los convierten en sensaciones; su corazón, que elabora sentimientos y reacciones viscerales; su oído, que impide el acceso de sonidos groseros y palabras sin tacto; su bolsillo, que se contrae de forma espasmódica ante un desembolso poco satisfactorio…”

Debemos ser profesionales y recoger toda la información necesaria para evitar sorpresas a la hora de encontrar soluciones. Evitando así cometer errores que puedan suponer el fracaso total y rotundo de cualquier acción de Marketing. Y recordar siempre, que el consumidor también sufre por un trabajo mal hecho y poco profesional.

Un ejemplo que, si os fijáis, podría ser extrapolable a cualquier otra disciplina…

¡Zapatero a tus zapatos!

“Llegar tarde” siempre será un motivo de mala educación


Después de unas cuantas experiencias consecutivas de impuntualidad, me ha venido a la cabeza un fragmento de uno de los libros de Tom Peters, uno de los gurús del management más destacados de los últimos 30 años:

Unos minutos de retraso es… tarde.
Cinco minutos de retraso es… tarde.
Uno coma tres minutos de retraso es… tarde.
El retraso es… RETRASO.
¿Mejor tarde que nunca?
JAMÁS

Pronto no es tarde.
Pronto es respeto.
Pronto = Me importa (Es importante para mí)
Llegar pronto a una reunión no es señal de “ansiedad”, es señal de PUNTUALIDAD.
Llegar tarde es de mala educación.

Aunque sea una santa obviedad todavía hay personas que ignoran esta máxima con demasiada frecuencia. Aspecto muy negativo para un profesional y un gesto de mala educación a nivel personal.